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Cuando escuchó las palabras de Hania, Alonso la miró fijamente.

¿Por qué sentía que su corazón se había hecho añicos como un espejo roto

y cada pedazo de vidrio solo reflejaba su rostro?

Al ver sus lágrimas, Alonso quiso ayudar a Hania a secarlas,

pero ella evitó su mano.

—Si eso es lo que deseas...

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