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Cuando Hania salió del castillo de Kayden, estaba tan marchita como una hoja de otoño.

Dentro del coche.

David la abrazaba suavemente y le acariciaba el cabello.

Ahora, él la trataba completamente como a una niña. De hecho, deseaba poder llevarla en su bolsillo como un canguro.

La diferencia era...

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