DIECIOCHO

Su corazón latía demasiado rápido. Debería moverse, debería salir corriendo de vuelta a sus aposentos, pero sus pies estaban de alguna manera pegados al suelo y no podía mover un músculo.

El sonido de los gemidos de la mujer y la respiración agitada de Hades inundaban sus oídos. Sus ojos estaban fi...

Inicia sesión y continúa leyendo