Capítulo 82 Te amaré para siempre.

Era como si nunca me hubieran apuñalado; la herida que antes estaba en mi pecho había desaparecido por completo.

Pero, ¿cómo era eso posible?

Era una daga de plata la que se había hundido en mi pecho; incluso si mi lobo hubiera podido curarme, no habría sucedido tan rápido. Toqué mi pecho y no sentí...

Inicia sesión y continúa leyendo