40

Me aparto para evitar que sigamos cometiendo locuras. Los dos somos muy fáciles de dejarnos llevar por el otro y además de lo obvio, yo no le perdono lo que me hizo.

—No vas a perdonarme ¿verdad? —musita cabizbajo.

—No soy Dios para ofrecer perdones, Allan pero prefiero mantener la distancia en...

Inicia sesión y continúa leyendo