4
No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve una ilusión pura. Creo que fue cuando tenía dieciséis años, antes de que todo se volviera oscuro. Y ahora, por mucho que mis nervios estén a flor de piel, tengo que mantener la cabeza fría y evitar cualquier tipo de ilusión. Es una entrevista, para una empresa prestigiosa. Algo que quizás mi yo del pasado habría imaginado; una vida plena y exitosa.
Cualquiera se ilusionaría fácilmente con algo así, pero en este momento tengo tantas preocupaciones que ilusionarme es lo último que me preocupa.
—Listo.
Carol termina de arreglarme un poco el cabello. Realmente no tengo ganas de exagerar, pero Carol insistió. Después de todo, este es un evento bastante importante, algo que no sucede todo el tiempo.
—Eva, sé que no quieres ilusionarte ni nada, pero nunca está de más tener un poco de confianza en ti misma y llevar un poco de positividad.
—No quiero tener falsas expectativas.
—No las tienes, solo tienes que tener confianza en ti misma.
Me levanto.
—¿A dónde vas ahora? —cambio de tema.
—Estaba pensando en ir de compras y luego pasar a visitar a Louis.
—¿Necesitas que te lleve? —pregunto.
Él niega con la cabeza.
—Tú concéntrate en tu entrevista, yo tomaré un taxi. Luego mándame un mensaje y cuéntame cómo te fue. Estoy ansioso por saber.
—Lo haré.
Recojo mi bolso.
—¡Buena suerte! —exclama mientras le doy una última mirada a modo de despedida.
Y finalmente, salgo de mi apartamento. Una vez fuera de mi edificio, me subo a mi coche y empiezo a conducir en dirección a Hills Corporation. No está ni muy cerca ni muy lejos. Es un viaje intermedio, pero eso no quita mis nervios.
Cruzo algunas calles hasta que de repente noto el imponente edificio negro que brilla y se destaca entre muchos.
Hills Corporation.
Me dirijo al enorme estacionamiento donde aparco mi coche. Apago el motor del vehículo y recojo mi bolso que está en el asiento del pasajero. Al salir del coche, siento un ligero cosquilleo en el estómago, resultado de los nervios. Camino por el estacionamiento hasta detenerme frente al vertiginoso edificio con letras doradas y enormes ventanas. Subo cuidadosamente las escaleras y empujo la puerta de vidrio que me lleva a la zona de recepción. Tan pronto como mis tacones hacen contacto con el brillante suelo de mármol, no puedo evitar examinar mi entorno.
Colores blanco y negro.
Gente por todas partes con atuendos formales, estanterías, decoraciones y una alfombra roja que te invita a avanzar hacia la recepcionista.
Es una mujer de unos veintitantos años y tiene el cabello rubio recogido en una cola de caballo alta, lo que la hace ver más profesional y elegante. Su mirada cae inmediatamente en la mía.
—Buenos días, señorita. Bienvenida a Hills Corporation. Mi nombre es Ashley, ¿en qué puedo ayudarla?
—Buenos días. Estoy aquí para el puesto de secretaria. Me llamaron ayer, tengo la entrevista programada para las nueve en punto.
—¿Para el Sr. Hills...? —teclea algo en la computadora—. Es en el último piso.
—Exactamente.
Una sonrisa cortés se extiende por sus labios.
—¿Podría decirme su nombre, por favor?
—Eva Miller.
Ella escribe algo en la computadora que tiene justo frente a ella, se demora un instante, pero no tarda mucho en volver a mirarme.
—En el último piso del edificio, en la puerta ubicada al final del pasillo.
—Gracias.
—De nada.
Y sin más preámbulos, empiezo a caminar hacia el ascensor. Presiono el botón que parece llevar al último piso y espero pacientemente en mi lugar. Pasan un par de minutos, cuando las puertas se abren en el último piso del edificio. La decoración sigue siendo la misma, pero de alguna manera, la estética y el presagio se sienten diferentes. El suelo sigue siendo brillante, de mármol, pero en este último piso hay ventanas con vistas a la ciudad y pequeñas decoraciones sofisticadas. Me acerco al pequeño grupo de mujeres en el centro de la zona de recepción. Todas están demasiado arregladas, con peinados y maquillajes extravagantes. Un sentimiento de prisa recorre mi cuerpo. Todas parecen tan felices... te dan esa sensación de que tienen sus vidas resueltas; tienen tiempo para maquillarse, llegar y lucir perfectas. Les echo otra mirada, todas parecen haberse vuelto simpáticas rápidamente. Es como si acabaran de salir de una sesión de fotos deslumbrante, mientras que yo apenas tuve tiempo de ponerme brillo labial y un poco de rímel para resaltar un poco más mi piel. Carol se encargó de mi cabello y onduló un poco las puntas. En cuanto a mi atuendo, no puedo quejarme en absoluto, puede que no sea tan elegante y caro como lo que llevan las otras candidatas, pero cumple con la formalidad que presenta Hills Corporation.
Me siento en uno de los pequeños sofás que funcionan como asientos de espera y sigo esperando. Los minutos pasan y poco a poco, llaman a las mujeres frente a mí para entrevistarlas dentro de esa oficina. Aún no hay señales de mi nombre, así que decido tomar mi celular para intentar distraerme.
Afortunadamente, en ese momento llega un mensaje instantáneo de Carol.
Carol: ¿Cómo va todo? ¿Ya te entrevistaron? ¿Te intimidaron? ¡Cuéntame algo!
Eva: Todavía estoy esperando.
Ella envía su respuesta en segundos.
Carol: Estoy segura de que esa entrevista irá muy bien. No te eches para atrás, tú puedes hacerlo.
Antes de que pueda escribir mi respuesta, una voz femenina me saca de mis pensamientos.
—Eva Miller.
Inmediatamente, me levanto bajo la mirada de las pocas otras mujeres que aún están aquí.
—Por aquí.
La mujer me guía hasta una puerta, que empuja para abrir, revelando una oficina pequeña pero espaciosa. Las puertas se cierran y la mujer se retira, dejándome sola con un hombre sentado en su asiento detrás de su escritorio. Logro leer su nombre en la pequeña placa dorada en su traje negro:
Rocky Harper.
Seguramente debe estar a cargo de reclutar empleados a través de entrevistas.
—Señorita Miller —se levanta mientras se ajusta el traje—. Tome asiento, por favor.
Me hace un gesto y me siento frente a él.
—Rocky Harper —me estrecha la mano y yo la acepto, mostrándome cortés—. Estoy a cargo de entrevistar a los posibles empleados que podrían profundizar en la empresa. Mi objetivo es conseguir la mejor secretaria para el Sr. Hills.
—Entiendo.
—Hemos visto su currículum. Tiene dos buenas referencias y veo que ya ha trabajado como secretaria una vez.
—Así es —respondo. Estoy tan nerviosa—. Tengo experiencia, he trabajado durante tres años como secretaria en Clark & Business.
—¿Qué puede decirme sobre su experiencia en la empresa como secretaria? ¿Le resultó fácil?
—Al principio fue difícil, pero con el tiempo he podido desempeñarme plenamente en mi rol —de repente, recuerdo las palabras de Carol. No debo dejarme intimidar, debo tener más confianza—. No cualquiera puede dedicarse a asumir tal rol. Existe la tendencia a creer que ser secretaria es una tarea fácil, pero no siempre es así. Requiere un cierto grado de experiencia y responsabilidad.
—Estoy de acuerdo con usted —se aclara la garganta—. Verá, trabajar en Hills Corporation no es un trabajo fácil. Se necesita experiencia y responsabilidad. El Sr. Hills busca la perfección en sus empleados, no la mediocridad.
—Entiendo.
—Hábleme de usted, de sus habilidades secretariales.
Aquí vamos.
—Puedo manejar la tecnología informática y organizar horarios con facilidad. Tengo experiencia con ello, estoy familiarizada.
Me mira. Noto cierta curiosidad en sus ojos.
—¿Por qué está interesada en esta empresa y en este trabajo? ¿Qué fue lo que la motivó a presentar una solicitud?
Intento relajarme. Las preguntas poco a poco toman un nivel más alto.
—Hills Corporation es el tipo de empresa en la que cualquiera querría poner un pie. Y no hablo solo de la empresa en sí, por su nombre, sino por sus proyectos, que llevan mucha magnitud y poder. Me gusta la forma en que se desempeña y este trabajo parece ser la mejor oportunidad para demostrar que soy lo suficientemente apta para ser eficiente con mi trabajo.
No sé de dónde saqué tantas palabras de repente, ni cómo pude decir eso con tanta confianza. Simplemente... me dejé llevar.
—Interesante... —murmura.
Hace un par de preguntas más relacionadas con mi currículum y conmigo misma. Sin embargo, la siguiente pregunta que me lanza me hace pensar en mi respuesta durante un par de segundos.
—¿Por qué cree que es la persona adecuada para este trabajo? ¿Por qué cree que, de todas las mujeres que hemos entrevistado hoy, deberíamos elegirla a usted?
Creo que ese es el tipo de pregunta que siempre me deja en blanco, porque la mayoría de las veces, no puedo decidir exactamente qué palabras usar. Pero lo mejor es mostrar confianza, que confío en mí misma, ¿no es así...?
—La verdad es que no conozco a las otras mujeres que ha entrevistado, así que no podría responder a su segunda pregunta con total certeza. Pero si hay algo de lo que estoy segura, es que si pudiera considerarme la persona adecuada para este trabajo, sería porque quiero tener la oportunidad de demostrar mi profesionalismo y si hay algo de lo que estoy segura, es que puedo manejar este trabajo y cualquier otro tipo de tarea que la empresa me asigne. Sé que las palabras no pueden probarlo todo, pero puedo confiar en mí misma y en mi responsabilidad como persona. Puedo superarme.
Rocky me mira, como si intentara procesar lo que acabo de decir. Mierda... ¿Y si la cagué? Tal vez no era la actitud que quería escuchar, tal vez esperaba algo más innovador. Además, lo dije tan rápido...
—Gracias, Srta. Miller. Eso es todo por hoy y, si ha conseguido el trabajo, nos pondremos en contacto con usted.
Trago saliva.
—De acuerdo.
—Buenos días.
—Buenos días —devuelvo el saludo.
Recojo mis cosas, le doy una última mirada y salgo de la oficina con mis emociones a flor de piel. Cuando estoy fuera del edificio, camino hacia el estacionamiento y me paso las manos por el cabello.
Mierda, creo que la cagué totalmente. De repente, mi teléfono empieza a sonar y contesto la llamada al darme cuenta de que es Carol.
—¡¿Cómo fue la entrevista?! —la escucho decir desde el otro lado de la línea.
—Bien, supongo.
—¿Supongo?
—Me dejé llevar demasiado, creo que fui demasiado confiada y...
—Eva, relájate. Solo dime, ¿diste respuestas largas y concisas?
—Sí, creo que sí.
—¿Te gustó el entrevistador? ¿Fue amable?
—Fue cortés, eso es todo.
—Todo salió bien, no te preocupes —escucho algunas voces junto a ella—. Tengo que colgar, hablaremos más tarde y me contarás todo con más detalle.
—Está bien. Adiós.
—Adiós, chau.
Cuelgo la llamada.
