6

Mi primer día de trabajo ha sido caótico. No fue lo que imaginé. Estoy contenta con el lugar. La gente es educada, aunque hay algunos que no me miran bien, se puede decir que la mitad de las personas son amables.

Las recepcionistas me han tratado bien, hablé un poco con ellas cuando fui por un café y también crucé un par de miradas con otras personas que son parte del piso superior. Algunos me miraron un poco confundidos, pero logré escuchar que me apodaron como la nueva secretaria de Hills. La verdad no me molesta, no conozco a todos y no me importa.

Está un poco oscuro cuando salgo del edificio y me dirijo al estacionamiento, donde me subo a mi coche. Me froto las manos por el frío y enciendo la calefacción. Conduzco hasta mi apartamento y en cuanto llego, me quedo profundamente dormida en el sofá de la sala.

Al día siguiente, una hora antes de irme al trabajo, paso por el hospital para saludar a Louis. Una vez entro en la habitación del hospital, me encuentro con Harmony, quien inmediatamente se levanta y va a saludarme.

—Hola —murmura—. ¿Cómo estás? Carol me dijo que conseguiste un trabajo, felicidades.

—Así es, gracias. —Desvío la mirada hacia Louis, que está profundamente dormido—. ¿Cómo está?

—Ayer estaba un poco débil, pero no te preocupes, estoy segura de que mejorará.

—Eso espero. —Me acerco a él y acaricio su mejilla—. Si sigues aquí cuando despierte, ¿podrías decirle que vine a visitarlo?

—Por supuesto.

Le doy un beso en la mejilla y me acerco a Harmony.

—Gracias por apoyarme —digo.

—No tienes nada que agradecer, Eva.

—Sí tengo, tú y Carol han sido muy solidarias y lo aprecio, créeme.

Ella me sonríe.

—Siempre contarás con nosotras.

—Gracias. —Miro mi reloj—. Discúlpame, tengo que irme ahora.

—No te preocupes, ve tranquila. Me quedaré un poco más para decirle a Louis que estuviste aquí.

—Gracias. Adiós.

—Adiós, cuídate.

Y finalmente, comienzo mi camino hacia Hills Corporation. Llego al edificio a las ocho en punto, pero pierdo un par de minutos hasta llegar al piso superior, aunque llego a tiempo. Julia me saluda desde la recepción con un gesto que también devuelvo antes de encerrarme en mi oficina.

Me encierro en mi oficina y me pongo al día con mi trabajo. A diferencia de mi primer día, esta vez tengo un poco más de trabajo que hacer, no solo contestar llamadas o revisar la agenda del Sr. Hills, sino también responder un par de correos electrónicos y hacer llamadas telefónicas a ciertas personas que han anotado. Suena fácil, pero puede volverse un poco estresante a medida que pasan las horas.

No sé exactamente cuánto tiempo pasa cuando decido ir por un café de la máquina que Julia me mencionó ayer. Al salir de mi oficina y dirigirme allí, me sorprende encontrar a Julia hablando con otra mujer de cabello negro. Según la pequeña tarjeta dorada en su pecho, su nombre es Ashley.

—Eva —me llama—. ¿Te sientes cómoda si te llamo por tu nombre?

—Sí, no te preocupes.

Me da una sonrisa amable.

—Esta es mi colega, Jenna —me presenta a la mujer de cabello negro que está a su lado—. Jenna, esta es Eva, la nueva secretaria del Sr. Hills.

La mujer me examina con la mirada.

—Un placer —le estrecho la mano, que ella acepta.

—Lo mismo digo.

Se instala un pequeño silencio y Julia es la primera en romperlo.

—¿Qué te parece la empresa? ¿Te sientes cómoda? —me pregunta.

—Por ahora sí.

—Tuviste suerte de que el Sr. Hills no estuviera en tu primer día —me dice, compartiendo una mirada con Jenna.

—¿Por qué? —me atrevo a preguntar.

—El Sr. Hills ha estado de mal humor estas últimas semanas —dice Jenna—. Es común en él, su actitud es muy temperamental. Ahora el piso superior del edificio está un poco más tranquilo debido a su ausencia, porque cuando regresa, todo se revoluciona.

—No la asustes —la regaña Julia y dirige su mirada hacia mí—. Eva, el Sr. Hills es un poco malhumorado, pero podrás lidiar con él a medida que te adaptes, no te preocupes.

—¿Es tan malo...? —le pregunto.

Ambas comparten una mirada nuevamente.

—Tal vez. Dicen que lo malo siempre atrae y él... —Jenna se muerde el labio—. Mirarlo ya se considera un placer visual. No creo haber visto nunca a un hombre tan atractivo y magnético.

—Jenna... —la regaña Julia y ella se ríe.

—¿Qué? Solo digo la verdad. El hombre moja las bragas a medio edificio.

—El Sr. Hills tiene sus momentos —explica Julia, volviéndose hacia mí—. Bueno, si nos disculpas, deberíamos volver al centro. Que tengas un buen día, Eva.

—Igualmente.

Ambas se dan la vuelta, dejándome sola.

«Espero que este hombre no me traiga demasiados problemas...». Dejo mis pensamientos a un lado, me sirvo un café y regreso a mi oficina para terminar todo el trabajo que me queda.

Termino todo el trabajo casi al mismo tiempo que ayer, pero con un par de minutos de diferencia y una vez que todo está hecho, recojo mis cosas y me voy.

Paso por el hospital para comprobar que Louis está con Harmony y una vez que lo verifico, me dirijo a mi apartamento. Hace unos minutos hablé con Carol y ella está aquí, me dijo que me está esperando. Una vez que llego a mi destino, abro la puerta del apartamento, dejo mi blazer en el perchero del pasillo y me dirijo a la cocina cuando percibo un olor delicioso de comida en proceso.

Me encuentro con Carol en la cocina, quien está preparando unos espaguetis con salsa blanca.

—Buenas noches —me saluda y me acerco para darle un beso en la mejilla a modo de saludo—. Tus mejillas están un poco rosadas, ¿pasaste frío?

—Sí, un poco.

Mientras ella prepara la cena, yo me encargo de poner los platos en la mesa.

—¿No me vas a contar sobre tu nuevo trabajo? Me merezco tener detalles.

—Por ahora, todo está bien —digo—. Pero las cosas que escucho del Sr. Hills me mortifican. No quiero que ese hombre complique mi vida...

—Evie, no te preocupes. Seguro que están exagerando, no creo que sea para tanto, tal vez solo sea un poco intimidante, eso es todo. ¿No lo has visto en persona aún?

—No. Las recepcionistas me han dicho que no está en Nueva York.

—¿Y te sientes satisfecha con el trabajo?

—Sí, es como lo imaginé. Aunque es un poco monótono porque es solo mi segundo día de trabajo...

La ayudo a servir los espaguetis y nos sentamos.

—¿Te llevas bien con tus compañeros de trabajo?

—Supongo... Solo he conocido a dos de ellos.

Bajo la mirada a mi plato cuando noto la presencia de lágrimas que se acumulan en mis ojos.

—Eve...

Llevo mis manos a mi rostro.

—Necesito el dinero, solo tengo tres semanas para conseguirlo.

—Tranquila...

—No puedo estar tranquila sabiendo que tengo tiempo limitado. Tengo que trabajar duro para conseguirlo, con las visitas al hospital y...

—Harmony y yo podemos cuidar de Louis en el hospital...

—Louis necesita mi presencia, soy su madre. Le prometí que iba a visitarlo tanto como pudiera y que lo sacaría de allí. Debo cumplir mi promesa.

—Y lo harás.

—A este ritmo ni siquiera sé si...

—Deberías descansar —me interrumpe.

—Sí —me seco las lágrimas—, mañana tengo que ir al hospital y volver a la empresa.

—Entonces debes descansar y comer. Nada mejor que una buena cena para recargar energías, ¿no crees?

Procedemos a comer, hablamos de cosas sin demasiada importancia. Carol me cuenta sobre su relación con Josh, con quien lleva saliendo mucho tiempo. Luego la ayudo a lavar los platos y me voy a dormir. Al día siguiente, apenas tengo tiempo para desayunar, simplemente salgo de mi apartamento y me dirijo al hospital. Esta vez, cuando abro la puerta de la habitación de Louis, me sorprende verlo despierto.

—Mami —exclama, haciéndome sonreír.

Camino hacia él y lo envuelvo en mis brazos.

—Hola, cariño. Siento mucho no haber podido venir a visitarte, es que... estaba muy cansada y tengo mucho trabajo. Intentaré estar aquí para ti tanto como pueda, no lo dudes.

—¿Esta noche vendrás a verme?

—Por supuesto. —Le beso la sien—. ¿Cómo te sientes?

—Bien.

—Me alegra mucho escuchar eso.

Charlamos un poco más y, aunque quiero quedarme más tiempo, es mi turno de irme.

—Volveré esta noche —digo.

—Está bien.

—Descansa y pórtate bien. —Le beso la mejilla—. Nos vemos.

—Nos vemos, mami.

Después de salir del hospital, llego a Hills Corporation justo a tiempo y me dirijo al piso superior del edificio. Sin embargo, me sorprende percibir un ambiente ligeramente diferente en la recepción. La gente se mueve de un lugar a otro, las recepcionistas están en medio de llamadas telefónicas, hay personas que corren con papeles y bolígrafos en las manos y otras que caminan apresuradas.

—Eva, buenos días —Julia se acerca a mí. Se ve exhausta.

—Buenos días... ¿Pasa algo? Todo está muy...

—Ajetreado, lo sé.

Se lleva una mano a la sien.

—El Sr. Hills acaba de regresar.

—Ya veo —murmuré.

—Y requiere tu presencia en su oficina.

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