CAPÍTULO CIENTO OCHENTA Y SEIS

KYLE

Dos meses después, ASHLEY Y YO NOS MUDAMOS JUNTOS.

No al viejo condominio donde las sombras aún se aferraban a las paredes como papel tapiz malo. No a algún ático pulido y estéril que gritaba ambición y nada más. Sino al espacio que había encontrado en silencio por mi cuenta meses antes de qu...

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