CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO

KYLE

Sus palabras casi me destruyeron. Un gemido gutural salió de mi pecho, el hambre cruda amenazando con consumir todo mi ser. Mis dedos se retiraron, resbaladizos y temblorosos con restricción, mientras agarraba sus muslos y los abría más.

—Aún no—. Mi voz era ronca, gruesa de necesidad.

Bajé ...

Inicia sesión y continúa leyendo