CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE

KYLE

La mirada de Ashley podría haber derretido acero, pero yo solo sonreí, poniendo el coche en estacionamiento.

—Relájate, Pecas —dije, desabrochándome el cinturón de seguridad—. Esto es solo una cita, no una situación de rehenes.

Ella resopló.

—Se siente como una situación de rehenes.

—Entonces d...

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