CAPÍTULO SETENTA Y TRES

Parpadeé mirándola, la lluvia cayendo en mis ojos, empapando mi ropa. Pero no era el frío lo que hacía que mi piel se erizara.

Eran sus palabras.

¿Mentirle?

—¿De qué estás hablando?— Mi voz era ronca, apenas por encima del sonido de la tormenta que rugía a nuestro alrededor. —Ashley, yo no—

—No....

Inicia sesión y continúa leyendo