capítulo 12

—Dios, nena, te sientes tan jodidamente bien alrededor de mi verga. Tan... jodidamente... increíble —gime mientras lentamente empuja su miembro en mi cuerpo necesitado y deseoso. Sus manos se aprietan en mi trasero mientras sus embestidas aumentan de velocidad. Clavo mis dedos en las sábanas de seda...

Inicia sesión y continúa leyendo