Capítulo 118

Debí haber sabido que, una vez que mi padre y su esposa, la de los nervios de punta, se enteraran de mi “vida de lujo en el ático,” no se detendrían en dejar un mensaje de voz.

Estábamos en medio de una cena lujosa en la azotea—la luz de las velas parpadeando, el horizonte de la ciudad extendiéndos...

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