Capítulo 40

Mi cuchara cayó en mi ensalada con un trágico ruido.

—¿Ronca? —preguntó Milan inocentemente.

—¿Se tira pedos? —añadió Jade, mucho menos inocente.

Me cubrí la cara—. ¿Por qué son así?!

—Vamos, —bromeó Milan—. Esto es tu castigo por ocultarnos esto.

—Sí, —sonrió Jade—. Eres la razón por la que ni siqu...

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