Capítulo 46

Me desperté con peso. Peso literal. Peso de hombre pesado y cálido, extendido sobre mis piernas como si una manta humana hubiera decidido que los límites ya no existían.

Y entonces—oh, querido cielo.

Un masaje suave.

Gentil.

Cálido.

Su brazo.

En mi pecho.

En. Mis. Senos.

¿Qué?

No solo descansando, ...

Inicia sesión y continúa leyendo