14. Me hiciste daño

Él la miró, sus ojos profundos y tranquilos revelando un atisbo de impotencia.

Se acercó a grandes zancadas, se arremangó y secó eficientemente los platos lavados, colocándolos en el esterilizador. Sus acciones eran como limpiar un campo de batalla.

Ella se quedó allí, aturdida, y parecía que su a...

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