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Él se agachó frente a ella, sus movimientos y fuerza inalterados. Sus ojos azules se entrecerraron ligeramente, su mirada enfocada en sus pies.

—Ella es muy reservada, nunca me pediría que le masajeara los pies, ni siquiera se quitaría los calcetines frente a mí —dijo suavemente.

—¿Ustedes estaban...

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