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El camarero estaba aterrorizado y asintió con la cabeza, aturdido.

Ryan lo entregó casualmente a uno de sus hombres, dando una orden despreocupada:

—Córtale la mano, para que no vuelva a tomar dinero que no debe en el futuro.

El camarero se puso pálido de miedo y gritó, suplicando:

—¡Soy inocent...

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