Roto y apuñalado

—¡Oh, Dios mío!— No puedo evitar que las palabras salgan volando de mi boca mientras examino mi habitación.

Tiberius se había alejado, pero en el momento en que grité, estaba de vuelta junto a mí. —¿Qué pasa, Alice?— pregunta desde el pasillo, la puerta aún obstruyendo su vista.

No tengo palabras ...

Inicia sesión y continúa leyendo