Capítulo 131

Adelaide

Los primeros rayos del amanecer se filtraban por las rendijas de las cortinas, pero no podían calentar el vacío helado en mi pecho. No había dormido ni un segundo, y las marcas secas de lágrimas en mi rostro se sentían como cicatrices talladas.

El suave sonido de la puerta al abrirse romp...

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