Capítulo 28

Los primeros rayos del amanecer se filtraban a través de la estrecha rendija de la ventana de mis modestas habitaciones, proyectando franjas doradas pálidas sobre las rugosas paredes de piedra. Al levantarme de mi sencillo catre, me puse las ropas de esclava limpias pero ásperas que se habían conver...

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