Capítulo 40

Thalia

El primer hilo dorado de la luz del amanecer se coló por las rendijas de las cortinas, cayendo sobre mi cama como una caricia suave. Mis ojos se abrieron de golpe—la verdad sea dicha, no había dormido realmente estos últimos tres días, solo deslizándome entre un sueño inquieto y despertares ...

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