La calma ha terminado

La mañana en Puerto Isla, era tranquila. Alejandro estaba despierto, recostado, mirando a Camila dormir. Cada día que pasaba, la ilusión de ser padre se crecía más en él, desplazando todo lo demás.

Ella se movió y abrió los ojos. Al verlo, sonrió.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí mirándome? —preguntó...

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