Capítulo 26

Juan y Hayes miraban impotentes cómo se llevaban a sus hijos.

Hayes golpeó la pared con frustración.

Tenía los ojos inyectados de sangre. —Más vale que Tate no me esté engañando.

El tono de Juan era más relajado. —No te preocupes, de ahora en adelante, estamos en esto juntos.

—Esta es la cuerda ...

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