Capítulo 30

—Necesito ver a mi hijo —dijo Hayes con firmeza.

—Déjalo ir —respondió Travis, de pie en la puerta de la oficina con una taza de café humeante.

—¡Sí, señor! —contestó Kian.

Hayes miró a Travis y luego siguió a Kian hasta el centro de rehabilitación.

—¿Por qué está mi hijo aquí? —exigió saber Hay...

Inicia sesión y continúa leyendo