Capítulo 308

El sol estaba cálido en mi rostro, una caricia tierna que era a la vez reconfortante y inquietante. Reconfortante porque se sentía bien estar fuera de esa sofocante sala de espera; inquietante porque la luz parecía intensificar la confusión que nublaba mis pensamientos.

Jade, mi loba, estaba inquie...

Inicia sesión y continúa leyendo