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Una semana después, Félix y yo estábamos sentados en sillas con nuestras cañas de pescar en el lago. Terminé mi cerveza y abrí otra mientras me recostaba en mi silla. Era un buen día, Wynter y Milo jugaban en el césped.

—¿De verdad Megan dijo eso? —me preguntó Félix.

—Sí, dijo que se sientan en el...

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