Capítulo 24. Es nuestra

El sabor de la sangre de Mica enloqueció a Atlas. Él dejó al hombre atrás, permitiendo que el lobo dentro de él se hiciera cargo de todo. La húmeda lengua lamió la herida, escuchando los aullidos de placer de Mica, se movió con ímpetu dentro de su calor, golpeando una y otra vez el punto dulce de la...

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