Capítulo 25. Cautivo

Atlas observó la puerta cerrada del cuarto de baño. Tenía los puños apretados y la mandíbula tan tensa que por un momento temió que fuera a partírsele en dos. Con un bajo y ronco gruñido apartó la mirada, recogió su ropa y se la colocó sobre el cuerpo con la misma rapidez con la que se lo arrancó.

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