Capítulo 32.

El corazón de Mica latía como un tambor dentro de su pecho. Sus patas aceleraron el ritmo cuando recogió el aroma de Atlas detrás de ella. ¿Qué más quería? Él ya lo había tomado todo y también lo había despreciado de la manera más ruin y humillante que podía.

Era evidente que Atlas Dravencor aún...

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