capitulo 32

Las puertas se abren  y los ojos de todos se posan sobre nosotros, si malditos bastardos, llegaron sus putos dueños. Sonrío como un loco y camino hasta la mitad del salón donde los japoneses no pueden creer lo que ven, sé que creían que ella me había traicionado, pero hoy van a saber la verdad, me d...

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