El regalo sexy

A la mañana siguiente, llamé a mis padres mientras León se duchaba. Sostenía el teléfono con fuerza, preparada para seguir mintiendo. Mi madre contestó al segundo timbre, y su voz sonaba tensa por la preocupación. Le aseguré que seguía con mi amiga, que solo necesitaba más tiempo para «aclarar mis i...

Inicia sesión y continúa leyendo