Dulce como la miel

Había pasado solo tres días en casa de mis padres y ya sentía que me estaba ahogando. Mi habitación, que antes me parecía un refugio, ahora era una jaula que me mantenía encerrada en contra de mi voluntad. Extrañaba el apartamento de León, su cama, su olor, su verga.

Pasaba las noches tocándome, re...

Inicia sesión y continúa leyendo