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—Lo quiero a él— digo, soltando un suspiro temeroso—. Quiero al bebé, y quiero a su padre.

Ella hace una mueca, apoyando la frente en el espejo en un gesto de "Dios, mátame" que me divierte. Me río, haciendo que me mire de nuevo, y su mirada se suaviza. Sonríe levemente y baja la vista a mi vientre...

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