Capítulo 208: El cielo que se rompe

La tormenta no esperó a la caída de la noche. Para cuando se encendió el último farol, el cielo se había abierto de par en par y la lluvia caía pesada, implacable, golpeando el huerto con una furia que doblaba las ramas y empujaba el agua profundamente en el suelo. El sonido era ensordecedor, mil ta...

Inicia sesión y continúa leyendo