144. ZAPATOS AMARILLOS

Layla estaba acurrucada en el sofá, con los brazos alrededor de sí misma como si pudiera mantener las piezas juntas. Su cuerpo temblaba, su mirada distante y desenfocada.

La puerta se abrió con un chirrido. Zaley entró y encendió la luz. Su corazón dio un salto cuando lo vio ahí parado, mirándola.

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