8. EL LIRIO

ZALEY

—¿Qué demonios fue eso? Ella olía como si la lluvia fresca se aferrara a su piel, combinada con su sudor y una fragancia única que era suya.

No fue la singularidad lo que lo tomó por sorpresa, sino la familiaridad de ello. Conocía ese aroma como conocía el suyo propio. Se bañaba en él. Lo ...

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