CAPÍTULO 34

ARIA

Lo primero que sentí fue calidez. No del tipo moteado que viene de la luz del sol filtrándose a través de los árboles, sino algo más constante, más cercano. Un cuerpo.

El suyo.

Mis ojos se abrieron lentamente, y por un momento, no me moví.

Ni siquiera respiré.

Su brazo estaba envuelto ...

Inicia sesión y continúa leyendo