CAPÍTULO 50

ARIA

Empujé la puerta del apartamento, y ahí estaba él—justo donde siempre esperaba.

Apoyado contra la pared junto a la entrada, una pierna estirada, la otra doblada, un grueso libro de bolsillo en la mano. Sus dedos se curvaban sobre el lomo, el pulgar enganchado en una página como si lo hubi...

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