CAPÍTULO 51

—¡Ayuda!— Mi voz estaba ronca, casi inmediatamente ahogada por la alarma y el calor opresivo.

Y entonces—

Un sonido.

Débil al principio, debajo de la sirena estridente. Un golpe sólido.

Luego otro.

Me quedé paralizada, la esperanza chispeando como oxígeno en mis pulmones.

El siguiente impacto ...

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