CAPÍTULO 58

Me deslicé en la habitación, mis pies descalzos silenciosos contra el frío suelo, mi pecho desnudo al aire helado del invierno que me seguía, las alas plegándose detrás de mí con un suave susurro.

El momento en que inhalé, su aroma me golpeó—cálido, íntimo, increíblemente familiar. No era perfume. ...

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