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—¡Ayo! ¡Entren aquí!—ladró ella, y dos chicas de aspecto rudo salieron de las sombras—. Ya me escucharon. Droguenla bien, que no tenga sentido de nada.

Los ojos de Red se abrieron de par en par. Sacudió la cabeza, tratando de gritar detrás de la cinta, pero solo salieron sonidos ahogados y desesper...

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