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Brittany irrumpió en su habitación, cerró la puerta de un portazo y agarró su teléfono desechable.

En cuanto la línea se conectó, gritó —¡Me dijiste que estaba muerta!

Una voz temblorosa respondió al otro lado —L-La dejamos allí... no estaba respirando, nosotros—

—¡Oh, cállate de una vez!— ladró,...

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