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Antes de subir a su coche, Nico se volvió hacia los dos guardias de seguridad que estaban cerca de la entrada de la finca.

—No quiero que mi esposa salga por nada —dijo con calma, pero su tono llevaba una autoridad silenciosa—. Si necesita algo, se lo consiguen ustedes.

Y si alguien viene haciendo...

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