Palabras que hieren y actitudes que matan

Al día siguiente cuando Harris entró a la sala de rehabilitación, Fabiola notó que estaba tan desanimado que ni siquiera dio los buenos días.

—¿Empezamos? —preguntó de forma parca.

—Buenos días, Harris —respondió ella en un tono claramente sarcástico.

—Buenos días. ¿Comenzamos ya? —insistió.

—Sí, po...

Inicia sesión y continúa leyendo