Capítulo 10 Capítulo 10: Intento de rescate

Trague duro al ver el enojo en su mirada y el espacio reducido del auto, me impedía siquiera mofeta o buscar una salida que no fueran las puertas con seguro que están detrás de mí o al lado de Harding.

Relájate, sería imposible que él te toque cuando hay un conductor en el auto y personas fuera esperando que nos marchamos a la recepción de la fiesta. — dice mi mente.

La mano de Harding llega a mis tobillos y con rudeza, sube por mis piernas, sin algún toque suave o mirada.

— Harding, por favor. No me hagas esto, te lo pido. No seas el…

— ¿Qué no sea el demonio por el que todos me reconocen? — pregunta Harding en tono burlón

— Por favor, no me hagas daño. — le pido.

— Aun no te he tocado, esposa sustituta. Pero, créeme, eso va a cambiar — dice Harding con frialdad, para después mirar al conductor — Conduce.

El conductor comienza a hacer su trabajo y yo busco el cinturón de seguridad para colocármelo, pero, Harding me toma del brazo y me acerca a su rostro.

— Ahórrate el tiempo, no te coloques nada que tenga que quitarte después — dice Harding con voz fría.

— ¿Eso es lo que quieres? — pregunto sería.

— Quería que este día fuera perfecto. Complací a Marisa en todo y deje de lado negocios importantes, ¿para qué? Para ser una burla de todos ustedes, ¿no crees que estas pidiendo piedad en alguien al que debes recibir todo sin quejarte? — pregunta Harding molesto

— Entiendo que estés molesto por lo que mi hermana te ha hecho. Pero, ¿yo debo pagar por lo que ella ha hecho?

— Sí, eres una Stewart.

— ¿Por qué siempre que algo malo pasa en la familia, si soy un Stewart, pero cuando algo bueno pasa solo soy la recogida de la familia? — pregunto molesta.

— No me importa que momento injusto has vivido. Yo…

— ¿Por qué, Harding? Me conoces desde hace años y nunca te interesé ni para bien o para mal. También, cuando te interesó mi hermana pequeña, nunca decidiste avisarme y menos, contarme que mi familia vendería a mi hermana por no estar en bancarrota.

— Eso no es de tu incumbencia. — dice Harding.

— Lo es desde el momento en que todo salió mal y vas a cobrarme a mí ello. Yo no entre en ese negocio, yo no te enamoré y te deje. Así que, ¿por qué debo vivir esta humillación de ser tocada por un hombre que no me ama? ¿Por qué debo entregarme a un hombre que no me ve como una mujer?

— ¿Vas a mostrarte digna ahora?

— ¿Por qué debo callarme? ¿Por qué tengo que resignarme a esto cuando yo no te fallé, Harding? — digo en medio de las lágrimas y Harding suspira profundo.

— ¿Vas a hacer el drama de tu hermana? Porque créeme que no estoy de humor para eso. — dice Harding.

— Cuando mi hermana lo gane por cualquier tontería, es pedir lo que quiere. Pero, si lo hago yo, es drama. Harding, te conozco desde el primer día como aprendiz y puedo asegurarme que ni siquiera me recuerdas. Pero, para hacerme daño, si me recuerdas. Esto no es justo, Harding.

— Mildrent…

— ¡Me llamo Miley, Harding! ¡Ni siquiera recuerdas mi nombre, y aun así, debo entregarme a ti como compensación por los daños que mi hermana te causó!

— Llevanos al hotel. Es evidente que tener sexo en el auto, con una mujer que se queja por todo, no es entretenido. — dice Harding agotado.

El chófer se marcha y yo lloro en silencio, al no sentirme comprendida. Después de todo, sigo siendo un estorbo. Cuando llegamos al hotel, Harding me toma del brazo sacándome del auto, rumbo al ascensor. Es allí cuando mi velo, vuela en el aire y mi rostro queda al descubierto frente a los presentes.

— ¡Miley! — gritan detrás de nosotros y yo giro mi cuerpo encontrándome a Hunter.

— Hunter — murmuro y Harding me toma con fuerza y me coloca detrás de él.

— ¿Quién es ese desgraciado? ¿Es tu amante?

— Dijiste que no tenia amante, que una mujer como yo, no podía tener siquiera eso. — murmuro y Harding sonríe.

— Bueno, ¿quién es él?

— Mi mejor amigo — susurro mientras Hunter llega hasta nosotros.

— Miley, ¿te encuentras bien? — pregunta y Harding me bloquea la vista.

— ¿Qué quieres? ¿No te han dicho que no está bien interrumpir la luna de miel de una pareja? — pregunta Harding y yo sonrió con dolor.

¿Luna de miel? ¿Realmente se puede considerar esta una cuando estamos en esta situación? — me pregunto mentalmente.

— No necesitas fingir conmigo. Sé que te estás casando con ella porque ya no podrás hacerlo con Marisa. Pero, podemos hablar. Miley y yo podemos compensarte si es lo que deseas. Pero, por favor, no le hagas pasar un infierno cuando en su casa ya vivía uno. Ella no lo merece. — dice Hunter haciendo que mi corazón se sienta conmovido.

— Lo que merezca o no mi esposa, depende de mí, no de algún extraño entrometido. — dice Harding y yo trago duro.

— Puedo recompensarte.

— ¿Eres más adinerado que yo? ¿Tienes algo que yo no tenga o siquiera algo que me llame la atención? — pregunta Harding curioso y yo bajo mi mirada sabiendo que ello no es posible.

— Sabe lo que se siente no casarse con quien ama, no me haga esto a mí, por favor.  — pide Hunter y mi corazón tiembla al escuchar otra mentira en la que me encuentro envuelta.

— Hunter, por favor— suplico.

— ¡Es suficiente! ¡Tú, pequeño tonto, no te metas en los asuntos que tengo con mi mujer y enamórate de alguien que puedas tener! Así no tendrás que culpar a nadie por tu incompetencia y mucho menos, tu infelicidad. — dice para después, llevarme hasta el ascensor mientras sus guardaespaldas obstruían el paso a Hunter.

Completamente solos en el ascensor, Harding me coloca contra la pared y tomando mi mentón con brusquedad, hace que lo mire directamente a los ojos.

— ¿Él está realmente enamorado de ti, esposa sustituta? — pregunta mi ahora esposo con frialdad.

— Yo…

— No quiero que me mientas, esposa sustituta. Pero, si él me ha mentido, lo mataré con mis propias manos.

— Tienes que preguntarle a él. Solo él sabe si realmente está enamorado de mí o no. — susurro.

— ¿Él te ha tocado o siquiera insinuado a algo extraño? — pregunta Harding.

— No lo sé.

— ¿Cómo que no lo sabes? — pregunta Harding molesto.

— No lo sé. Decirte si él me ha insinuado algo directamente, te diría que no, pero si él lo ha hecho con esas intenciones, pensarías que te he mentido.

— Sé clara, esposa sustituta.

— Nunca lo he visto así, ni mucho menos ha intentado besarme o tocarme íntimamente. Pero, no tengo claro si él me ve de una manera … insinuante o pervertida. Entonces, no tengo idea de si realmente lo que te dijo es verdad o no — murmuro temerosa de que mis palabras jueguen en mi contra.

Harding me observa fijamente y asiente alejándose lentamente de mi. Para después, seleccionar algo en el panel del ascensor y que este se pueda mover finalmente.

— Entonces, ¿es verdad que nunca has tenido novio y eres virgen? — pregunta y yo suspiro frustrada.

— Entonces, ¿esa es tu preocupación? ¿Tienes miedo de que seas nuevamente engañado con una chica que no es virgen? — pregunto curiosa.

— Aunque suene un poco arcaico, nunca me comprometerá o casaría con alguien que no es virgen.

— ¿Por qué?

— No quiero pasar mi vida con una chica que ya dejó entrar en su vida a alguien más. — comenta Harding.

Bueno, menos mal Marisa se fue o la ofensa habría sido mucho más grande para Harding — digo mentalmente.

La puerta se abre y entramos a un lugar del que todo el piso es de un mismo apartamento, donde las paredes parecen ventanas donde la mejor vista podría decirse del estado, se encuentra en este lugar.

— Entra, necesito comprobarlo.

— Por favor.

— Dime algo, esposa sustituta, ¿Realmente crees que, con tu llanto, olvidaría lo importante? — pregunta Harding curioso.

— Bueno, la verdad es que…

— Pasará, esposa sustituta. Porque, no estoy interesado en tener una esposa sin papel. Si vas a ser mi esposa por una semana o menos, debes cumplir con tus obligaciones como esposa. — comenta Harding.

— Yo…

— Ve a la habitación y prepárate, estaré contigo en unos minutos. — dice dejando su saco a un lado de la puerta, para caminar hacia el fondo del lugar.

— Yo…

— No te voy a pedir las cosas dos veces. Así que, esposa sustituta, espero que estés duchado y oliendo perfectamente para esta noche, porque realmente va a ser una noche de bodas.

— ¿Qué hay de la fiesta? Tienes más de cien invitados esperándote.

— ¿Crees que celebraré esta estúpida boda mostrando que cambie a última hora de esposa porque la primera se fugó el día de la boda? No soy tonto, esposa sustituta.

Así que, no esperes una fiesta cuando nadie puede saber que fuiste tú y no Marisa la que se casó conmigo hoy. Eso sería decepcionante en todos los aspectos.

— Sí, señor. — murmuro para después ver cómo desaparece de mi vista.

Felicidades por tu boda, Miley. Es justo como la soñaste con el hombre que soñaste.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo