El jardín del engaño. Capítulo 40. La primera lágrima de amor

Rosemary

El dolor ya no era un visitante que venía y se iba; se había instalado dentro de mí como un incendio que no daba tregua. Cada contracción me partía en dos, arrancándome un grito que no podía contener, aunque apretara los dientes hasta sentirlos crujir.

Sentía las manos de Samir atrapa...

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