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La dimensión

La dimensión

rocio guillen parra · Completado · 101.5k Palabras

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Introducción

Cuando dos hermanas gemelas van a un internado en las afueras de la ciudad, nadie podría imaginar lo que se escondía bajo aquel lugar.
Erotismo, seducción y un oscuro amor las espera bajo el dominio de un peligroso mundo de traiciones y pasiones similares limitaciones.

Capítulo 1

Amaia

Ya teníamos las maletas hechas desde hacía dos días. Dos largos días en los que yo había sido encerrada en mi habitación, desterrada en mi propia casa  y solo venía mi hermana, cuando la mandaban a traerme alimentos en sus respectivos horarios, lo que me daba un poco de sosiego.

Enseguida que Aitana salía me cerraban con llave y ya no tenía teléfono, ni móvil ni nada con lo que comunicarme con el exterior hasta que nos fuéramos. Era una locura. A mis veintiún años, torturada en mi propia casa. Así lo sentía.

Una tortura, y todo, porque mi papá me vió besándome con Mark en la escuela y asumió que su niña iba ser pervertida por otros. Menuda gilipollez.

En un solo día decidió enviarnos a un internado en medio de un bosque donde el diablo dió las tres voces y nadie lo oyó.

Mi hermana que era casi una santa de altar de iglesia decidió irse conmigo para estar alejada de las tentaciones según ella,  y en el fondo ese era mi único consuelo, que por los motivos que fuera, la tendría conmigo.

Nunca habíamos estado separadas, y la verdad  si ya tenía que ir a un sitio de mojigatos en medio de la nada prefería hacerlo con ella.

A nuestros padres solo los veríamos una vez al año en navidades y estaban prohibidos los teléfonos y demás aparatos tecnológicos.

Nada más podríamos llamar una vez por semana y bajo la supervisión de un profesor,  que no había conocido aún y ya me caía gordo.

Seguro era un amargado viejete reprimido que no nos daría respiro.

—Ya cambia esa cara Amaia, es por tu bien y el de tu hermana —decía mi padre mientras conducía.

—Sí claro, menudo bien nos haces mandándonos al medio de un bosque tenebroso alejadas de la civilización y la familia. A soltarnos allí como marginadas, por un inocente beso papá —repliqué apoyando un codo en mi ventanilla y resoplando en voz alta viendo el paisaje devorarse las distancias a gran velocidad, alejándome de todo lo que amaba. Y de mi casa.

—Si con eso consigo que te controlen también en horario de clases me doy por satisfecho, porque yo no puedo llevarte a la escuela y pasar el día vigilando que vayas por el camino del bien, y tu hermana decidió irse por su voluntad lo que me hizo muy feliz porque  así tampoco  caerá en tentaciones —ruedo los ojos y me toco la frente negando.

—Recuerden por favor comportarse, es una escuela de niños del mismo nivel social que ustedes por lo que tienen mucha educación y buenos principios morales —comentaba papá con retintín.

Yo por mi parte resoplé otra vez  y me recosté con fuerza en el asiento del coche antes de decir sarcásticamente...

—Que alegría —dije con sorna — papá ya los conoce —me miró por el retrovisor con cara de advertencia —¿Cómo sabes tú los valores que tienen?  —continué reclamando.

—Aitana por favor dale conversación a tu hermana a ver si podemos llegar tranquilos al sitio este —los ojos azules de mi hermana me miraron implorando silencio.

Mi madre había pedido aquello en voz baja, porque ella sí estaba afligida por nuestra partida pero era tan devota a su religión que por nada del mundo iba a contradecir a su esposo.

Y así pasaron 3 horas más de silencios míos  y sollozos controlados de mi hermana.

Apreté su muslo en señal de apoyo,y nos dimos las manos hasta llegar al bendito sitio...y digo bendito porque para mi padre era así.

Aunque debo confesar que para mí lo empezó a ser, poco  tiempo  después.

Mientras más avanzábamos más sentía que iríamos a dar a alguna selva, hasta que de pronto llegamos h la verdad me perdí de tanto árbol.

Ya estábamos en el internado " la dimensión" ...luego conoceríamos las verdaderas dimensiones del lugar.

—Venga cariño, dame un abrazo, no te quedes molesta conmigo que voy a estar tiempo sin verte.

Me dice mi padre y lo abrazo, estoy molesta pero lo quiero mucho. A pesar de todo, sé que le echaré de menos.

De mamá fue más difícil despedirse, ella es más sentimental y llora mucho, pero obedece genial, y aquí nos dejó solo, porque mi padre entendía que era lo mejor.

¡Si, si... fue mucho mejor!

Cuando finalmente se fueron, nos quedamos mi hermana y yo diciendo adiós y ella llorando. Le dí la mano y nos encaminamos a la dirección.

Ya mi papá había llevado las maletas a nuestra habitación y nos esperaban allí.

Me sentí observada mientras avanzaba por aquel enorme parking, pero era casi imposible no sentirse así. Debían haber cientos de animales observandonos desde el maldito bosque que se veía interminable.

Y entonces, al quedar de frente al enorme edificio antiguo pero bien cuidado me crucé por primera vez con su mirada. Estaba observándonos desde una ventana de madera y cristal  con los brazos sobre el pecho y se veía con una complexión tan fuerte que no quería imaginarme lo que sería tenerlo delante. Sus ojos un tanto oscuros se veían profundos, de repuestas viscerales que hacían que me sintiera sometida sin siquiera saber por qué. Algo en su manera de verme, con esa intensidad poderosa me doblegaba y me daba una curiosidad intrínseca por verlo...por descubrir qué hacía que me mirara así de oscuro.

Pero lo descubriría pronto.

—Cuidado imbécil - escucho que le dicen a mi hermana.

Rompo el contacto visual con aquel tío y veo que a mi lado, un idiota que tropezó con ella empujándola y casi me la arranca del brazo a mí, que la llevaba abrazada, pero como yo estaba tan concentrada en  las complexiones ajenas no lo ví venir.

—Cuidado tú, capullo, a mi hermana no le hablas así —exploto retándo su mirada verde.

Y por su parte la santa de mi hermana,  que es que cuando digo que es santa la hago sinónimo de tonta dice —perdón, no me di cuenta, iba mirando hacia abajo .

Yo resoplo insultada y él chico de ojos verdes la mira de arriba a abajo  al tiempo que sonríe burlón de medio lado y acota...

—Que no vuelva a pasar muñeca, no te conviene ir por la vida tropezando conmigo  —le dice acariciando su nariz y le doy un manotazo.

Nos retamos con la mirada y cuando me voy a acercar a él para darle un guantazo, una voz profundamente ronca me detiene y me paraliza, creo que mis bragas se han quejado de la humedad que recibieron sin previo aviso.

—¿Qué ue pasa aquí? -dice un hombre detrás de nosotras y sueño con que sea el mismo que nos miraba desde arriba y ahora sigue estando arriba porque es tan grande que me obliga a levantar la mirada cuando me doy la vuelta y lo veo, con otro par de jodidos ojos verdes. Ese tío no es el de antes. Hago puchero.

—¿Hay algún problema? —dice serio y yo humedezco mis labios con mi lengua ganándome una mirada directamente hacia ese gesto.

Dios ya estoy cachonda y acabo de llegar, todavía no he cruzado la puerta y ya estoy localizando un objeto de deseo. Es rubio de ojos verde aceituna y unas pestañas eternas. Mide como mil metros por lo menos, ¿ cuánto le medirá la polla?

Sonrío y miro hacia su pantalón y él carraspea sacándome de mis descarriados pensamientos.

Empiezo a estar alegre del destino escogido por mi padre. Menuda zorra llevo agazapada dentro de mi inmoral pensamiento... me río de mi misma.

—Ya me van a decir que ha pasado, ¿ O seguiremos todos aquí, el día entero? —dice mirando ahora al otro chico que también es muy guapo, las cosas como son. Es un payaso pero.... un payaso guapo.

—Nada profesor Andrew, sin querer tropecé con las chicas y no nos entendimos con las disculpas  —dice el chico este dejándome muda.

¡Que mentiroso!... pero da igual. Ahora estoy observando otras cosas y mi hermana reacciona diciendo

—Usted es el director,¿ verdad?¿El profesor Miller? — él asiente —Íbamos a verlo ahora mismo, podemos pasar por favor han sido unas cuantas horas de viaje y estamos cansadas.

—Por supuesto, subamos y tú también Ashton -le dice al chico -tú serás quien les enseñe las instalaciones cuando reciban sus asignaciones.

No dijo nada el ojiverde pero era evidente que  el profesor le imponía mucho para obedecerlo así de sumiso, porque su rostro era un clarísimo reflejo de la poquita gracia que la hacía darnos el tour.

Conversaciones más, conversaciones menos después, recibimos  las asignaciones de aula, uniformes y llaves de las habitaciones, por lo que nos fuimos con el Ashton este a conocer el internado. Así habíamos descubierto que se llamaba.

La verdad era genial, enorme. Había de todo... piscina ,campos para diversos deportes un edificio entero para las aulas y demás instalaciones,  y por último llegamos a nuestra habitación.

—Bueno y hasta aquí el momento amiguitos buena gente —soltó de pronto Ashton —no se me vuelvan a acercar y no las quiero husmeando en mis cosas, mientras más lejos mejor, sobre todo tú —señaló a mi hermana otra vez tocándole la punta de la nariz —angelito del cielo.

—No me toques por favor —susurra y le ruega mi hermana, por lo que  casi le doy un  empujón pero él no me dejó al decirle inclinándose hacia ella...

—Ten cuidado y no te cambie la frase bajo mis manos —promete cerrando los ojos —y en vez de pedir que no te toque, ruegues justamente lo contrario  —le dice volviendo a tocar su nariz y se aleja corriendo sin darme tiempo tiempo a reaccionar. Su risa sonora me cabrea.

—Amaia, no me gusta ese chico —confiesa mi hermana —me pone nerviosa, y presiento que habrá problemas.

Ya me ocuparé yo de ese estúpido más tarde, a mi ángel tengo que cuidarla mucho. Porque presiento que aquí es el último lugar donde mi padre debió habernos traído.

Y sí, yo también le digo mi ángel, porque lo es, mi hermana es tan buena y tan inocente que me empiezo a arrepentir de haberla arrastrado hasta aquí conmigo.

Cuando voy a abrir la puerta de mi habitación me sobresalto con un ruidoso timbre que indica supongo, que las clases acabaron porque se puede observar como el patio se llama poco a poco de estudiantes de varias edades uniformados y tomando direcciones diversas. La mayoría viene hacia aquí, hacia los dormitorios.

—Ven hermanita entremos —digo girando la llave y abriendo la puerta.

Automáticamente me encanta lo que veo.

La habitación es enorme con una pequeña salita de estar y un sofá con una mesita. Hay camas en distintos cuartos y un baño  a compartir. Pero todo es moderno y espacioso y me encanta que a pesar de ser una misma habitación cada cuarto tenga su privacidad y un armario  que es muy importante.

No creo que aquí use mucha ropa pero no iba a venir con dos trapos. Mis maletas me traje ,y bien llenas.

—¡Hola chicas! —siento que llaman desde la puerta y voy enseguida para encontrarme con una chica pelirroja de ojos verdes y pecas ,muy delgada que  se ve buena persona.

—Hola —devuelvo el saludo ofreciendo mi mano —yo soy Amaia y esta es mi hermana Aitana -la chica entra.

—Yo soy Amber, es un gusto conocerlas chicas, espero no les moleste que haya venido de curiosa pero es que son tendencia ya por este sitio -me pregunto mentalmente... ¿por qué?

—Es que ya todos saben que las chicas nuevas han colisionado nada más y nada menos que con Ashton Miller, y lo más raro es que no les haya echo nada —esto último lo dice bajito casi entre dientes. Respondiendo a medias a mi incógnita.

—Bueno... —empieza a explicar Aitana mientras yo empujo las maletas al medio del pasillo —en realidad fui yo la que tropezó con él, pero el profesor Andrew aclaró la situación y este chico nos enseñó las instalaciones sin problemas. Eso fue todo.

—Chicas, no confíen en nadie aquí, menos en los hermanos Miller,y no se dejen arrastrar a la dimensión -confiesa de pronto y me deja muy descolocada lo que dice porque no tengo ni tiempo de razonar cuando ya tengo otra persona en nuestra puerta mirando a Ambar con mala cara.

Un tío de metro noventa por lo menos rubio con los ojos negros que le dan un contraste impresionante,el pelo largo por los hombros, un tanto siniestro  y tan fuerte que asusta. Estoy casi segura que esos son los ojos que me observaban desde la ventana hace un rato. Y madre mía, que hombre más grande y fuerte. Me parece de un aspecto hasta brutal, parece una bestia. Y una que me gusta mucho.

¡Joder!

La cara de asco que él hace al ver a Ámber me dice que no es muy agradable y lo confirmo cuando le dice...

—¿Qué ue coño haces hablando de mis hermanos y de mi con estas recién llegadas?.

Menudo estúpido.  Ella le observa intimidada y se encoge en su postura  obligandome a mí a ser quien le  plante cara al fresco este. Por muy bueno que esté,  no tiene que ser tan borde.

Yo por mi parte, como siempre librando todas las batallas.

—¿Por qué le gritas y te cuelas aquí sin pedir permiso? —lo empujo por el pecho y tengo hacer mucha fuerza para que salga porque parece inamovible y sinceramente cuando lo consigo,  presiento que ha salido de la habitación por voluntad propia, no creo que haya sido mi lamentable empujón.

—Mira recién aparecida... —me dice apretando mi brazo y creo que si hace más fuerza podría fracturarlo.

—¡Ahhh!, suéltame animal, que me lastimas.

Digo clavando mis uñas en sus dedos para que me suelte pero la verdad es que no lo hace, no se entera. ¿De qué material está hecho que es tan salvajemente fuerte?

Y cuando voy a empezar a patalear, veo a mi hermana salir a defenderme y es en una fracción de segundo que todo sucede.

Ashton aparece por detrás de Aitana ,la levanta de la cintura y se la lleva por el pasillo sin que este animal me deja salir tras ella y Amber ni se inmuta más allá de abrir la boca.

—¡Amaia!...

Siento el grito de mi hermana y me empiezo a retorcer para soltarme y correr detrás de ella; pero mi contrincante me aprieta ahora de los dos brazos tirando de mí hasta presionarme contra su pecho y pega su cara a la mía para decir entre dientes...

—No creas todo lo que oigas y aprende desde hoy que solo hay una norma que seguir en La dimensión —me dice cada vez haciendo más fuerza y sé que me dejara marcas en la piel —no te metas con los hermanos Miller, no husmees ni averigues y trata de ni siquiera cruzarte por nuestro camino si pretenden salir ilesas de aquí.

Esa fue una clara amenaza, y es entonces que oigo la misma voz de hace un rato cuando estaba enfrentándome al primer maldito hermano Miller decir...

—Suéltala ahora mismo, Aidan.

Pero mi captor no lo hace y bajo su agarre veo como levanta la mirada hacia el profesor Miller haciéndome caer en la cuenta de que él, también es un hermano Miller.

Tiene que serlo,no puede ser casualidad que los tres hombres sean enormes, rubios y fuertes con unos tremendos genios y no sean los dichosos hermanos tan mencionados.

¿Cuántos son?

¿Van a aparecer más?

Pero mis preguntas quedan sin respuestas porque siento que él que me cautiva con su voz se acerca por detrás de mí y poniendo las manos alrrededor de mi cintura  y me pega a su pecho, por encima de mi cabeza los dos hermanos enormes de tamaño se miran fijamente.

Parecemos un emparedado y yo quedo en medio de semejantes bestias observando hacia arriba como el último le dice apretando la mandíbula al tal Aidan...

—Te dije que la sueltes -y siento el alivio en mi piel cuando empieza a soltarme pero mi cintura está que quema con las grandes manos que la rodean apretadas y haciendo fuerza recostandome en su pecho y haciéndome notar una erección en mi espalda.

Espera...,¡¿Una erección?!

No tengo tiempo de analizar nada porque me entra directo a mi habitación sin soltar mi cintura y de una patada cierra la puerta dejando todo el espectáculo afuera y se me acerca diciendo:

—Esta noche te espero en mi despacho, y no puedes faltar o habrá consecuencias  —otro que me amenaza -cuando yo te llame irás siempre, dónde diga y a la hora que diga. Sin excusas. Soy el director y me debes obediencia linda.

Y su rostro está tan cerca del mío que su aliento calienta mi cara y me pregunto, qué se sentirá besar a ese hombre.

Entonces reacciono y pienso :

¡Que coño!... Voy a comprobarlo.

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© 2020-2021 Val Sims. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta novela puede reproducirse, distribuirse o transmitirse de ninguna forma ni por ningún medio, incluidas las fotocopias, la grabación u otros métodos electrónicos o mecánicos, sin el permiso previo por escrito del autor y los editores.
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