CAPÍTULO 14: EL NOMBRE QUE NO DEBO ESCUCHAR

Valeria

El aire del ala oeste es diferente. Más frío, más estéril. Incluso el sonido de mis latidos parece apagado mientras permanezco junto a la camilla, observando al niño que lucha por respirar. Sus pestañas tiemblan levemente sobre unas mejillas pálidas, y cada vez que el monitor cardíaco emite...

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