CAPÍTULO 96: SOSPECHAS ABIERTAS

Valeria

El reloj del pasillo marca las diez y algo con ese tic tac obstinado que se mete bajo la piel. Estoy en la sala contigua al ala de Adrián, sentada en el borde de un diván que nunca termina de parecerme cómodo, con la mano extendida sobre el vientre. A veces el miedo se me sube por la gargan...

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